QUIERES QUE TE CUENTE UN CUENTO...

Erase una vez, una princesita que vivía en un país muy muy lejano, tan lejano que al nombrarlo su nombre viajaba por los campos hasta las montañas y allí, rebotaba en sus paredes y se volvía eco, y su eco lo repetía como un susurro incesante que no tenia fin.

La princesita jugaba desde pequeña en los jardines de palacio con los hijos de los sirvientes, estaba siempre rodeada de muchachos y comenzó a sentir el enamoramiento en su piel desde la infancia.

Tanto se enamoraba la princesita, que brotó en ella la duda de ¿qué sería el amor?.

Cada día le daba vueltas en la cabeza a su pregunta sin hallar respuesta y empezó a entristecer.

Fue creciendo, y tenía romances con los muchachos de la corte que le duraban lo mismo que dura estar enamorado, un suspiro.

Veía en todos ellos su príncipe azul, hasta que el tiempo, al pasar, le iba descubriendo los fallos que tenían, o simplemente la personalidad de cada uno, que ella, bajo su idílico enamoramiento había obviado.

De este modo, cada día que pasaba sin descubrir que era el amor, entristecía más y más. Hasta tal punto llegó su tristeza, que un día, el Rey, al ver como arrastraba su tristeza por todos los rincones de palacio, decidió llamar a todos los sabios del reino para que dieran solución a la cuestión que tanto amargaba a su hija.

Llegaron los sabios con su sabiduría a cuestas y uno a uno, fueron presentados a la princesa a dar su opinión sobre el asunto.

Pero, de todas las explicaciones que le dieron ninguna le convencía, pues de ellas, varias las había experimentado ya en sus romances y no creía que eso fuera el amor, pues, sin duda, había terminado con las relaciones.

A su parecer, una de las concidiones que tenía que reunir el amor era que fuera eterno, pues si el amor verdadero tenia caducidad no tendría lógica.

Así que sin obtener respuesta comenzó a deambular por el palacio, divagando y dando vueltas a la pregunta en la cabeza, haciendo combinaciones con las respuestas obtenidas por los sabios.

Y el tiempo pasaba, y la princesita cada vez se sentía más triste y desolada, pues no conocía el amor.

¿que es el amor? se preguntaba. ¿De donde surge? ¿como se conserva?, y se repetía una y otra vez las mismas preguntas.

Pasó el tiempo y llegó un sabio a palacio requerido por el Rey y se presentó a la princesa para darle su razonamiento.

Por aquel entonces, la princesa, estaba en cama, pues su depresión y su tristeza apenas le daban fuerzas para seguir pensando, y ello la había hecho enfermar.

El sabio se acercó a su cama, y pausadamente le dijo:

- Desolada princesa, cuanto tiempo lleva buscando una respuesta que sólo vos poseéis, pues el amor es algo tan grande que solo un mismo puede definir que significa. Es tan grande, que admite un significado para cada ser diferente e independiente del resto.

Si para vos es de duración eterna, de compromiso y de ternura, ese será el correcto significado. Si por el contrario es la pasión, la complicidad o la independencia compartida, también estará en lo cierto.

Eso es lo grandioso del amor, no tiene reglas, es un juego que se inventa entre dos, y sólo ellos podrán decidir como se ha de jugar.

Y concluyendo esto se fue sin decir más.

La princesita, comenzó a llorar desolada, no estaba contenta con lo que había oído, no podía ser tan sencillo si llevaba una vida entera buscando respuesta.

Lloró y lloró hasta que que sus ojos cansados se cerraron y siempre permaneció en su pensamiento la misma pregunta sin respuesta

¿qué es el amor?